viernes, 8 de octubre de 2010

De cómo perder la iniciativa en un almuerzo devenido en negociación

¿Cuál hubiera sido la mejor táctica para hacerse del control de la situación, o al menos equiparar la dinámica del poder?
Noticia de La Nación, periódico diario, número correspondiente al  7 del corriente
BERLIN (De una enviada especial).- Rígida, provocadora, simple. Marcó los tiempos. Preguntó, testeó, aceptó las diferencias. Mostró poder.
Angela Merkel tomó la delantera en el almuerzo con Cristina Kirchner y fue directo al tema del que quería llevarse una definición. Ya sabía la respuesta, pero igual preguntó.
Fiel representante de un gobierno que lleva una política militante respecto del reclamo del pago de la deuda argentina con el Club de París, la líder alemana mostró las garras desde el comienzo. Fue al grano y le preguntó a la Presidenta cómo pensaba cancelar la deuda. Se llevó la respuesta de Cristina Kirchner de su voluntad de negociación, algo que ya había hecho público el Gobierno. Un primer avance para provocar alguna reacción.
Pero Merkel no se quedó ahí. También sabía la posición oficial de resistencia al Fondo Monetario Internacional. Y no le importó. Volvió a preguntar qué pensaba la Presidenta sobre el organismo internacional. Fue su manera más explícita de marcar el interés de su gobierno de cerrar un acuerdo que, para ella, deberá incluir al FMI.
Dos asesores le alcanzaban papeles, le aportaban datos y ella tomaba nota. Todo en medio del almuerzo. Volvió a insistir ante la jefa del Estado para apurarla a tomar una postura. "Es una mujer que sabe manejar muy bien el poder", la definió uno de los asistentes al almuerzo ante LA NACION, sorprendido de la rigidez, tenacidad y vehemencia con la que la dama alemana le hablaba a la Presidenta para sacarle una definición.
Fue por su impronta que la comida con Cristina Kirchner se transformó por momentos en un duelo cordial. Y si bien en la comitiva argentina pusieron énfasis en destacar que la Presidenta le había retrucado a algunas presiones de la canciller con su queja por ampliar la exportación de carne, también reconocían que había sido Merkel la que buscó testear a la jefa del Estado y llevarse una impresión más certera de la verdadera intención oficial de cancelar sus compromisos con el Club de París. El encuentro derivó así en una negociación. "Hubo temas que por pedido de Merkel tuvimos que hablar", contó una alta fuente oficial que participó del almuerzo.
Estaba claro que la Argentina quería evitar el espinoso tema de la deuda. Es que no sólo la canciller alemana apuntó ahí sino que se concentró en intentar convencer a Cristina Kirchner sobre la revisión del FMI.
"Sé que su gobierno cuando promete, cumple", sedujo Merkel a la Presidenta. Y defendió el cambio que había experimentado el organismo internacional de crédito tras la crisis financiera mundial. Su posición, inamovible: el acuerdo debía contemplar al Fondo. Otra vez la arrinconó, sutilmente, con una invitación: "El arreglo del Club de París va a habilitar más inversiones alemanas en su país", fue la manera en que Merkel incitó a Cristina Kirchner a avanzar en una negociación. Sin demasiada escapatoria, la reacción de la Presidenta fue proponer el relanzamiento de una comisión mixta para, por fin, sentarse a negociar.

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