jueves, 10 de septiembre de 2015

La cuestión moral en la Negociación



Un largo camino se ha recorrido desde que otrora fuera frecuente escuchar la frase: “business are business”. Afortunadamente hoy -aunque no por una cuestión de principios, sino de conveniencia- es usual que todas las Escuelas de Negocios tengan al menos una cátedra en donde se enseña Ética.

No sucede lo mismo con la transdisciplina que llamamos Negociación. Existen pocas Escuelas enteramente dedicadas a la Negociación, y muchas de ellas carecen de una cátedra de Ética. Por otra parte, quizás como un resabio de los tiempos en que la negociación era vista como una analogía de la guerra, son pocos los autores que se han dedicado a abordar este tema en forma amplia. 

Existen abordajes parciales, algunos realistas, otros demasiado irreales, generalmente acotados a un capítulo dentro de un libro dedicado a la Negociación. Un ejemplo de ello es el libro “Fundamentos de Negociación”[1]

Se registran otros intentos de carácter didáctico sobre el tema: por ejemplo la presentación (apoyada en los contenidos del citado libro), en línea[2].

Ante este panorama, cabe preguntarse primeramente:

¿Es posible una conducta moral en la Negociación?

No es el objetivo de este artículo definir la naturaleza de la conducta moral. Baste con decir que muchos autores dan como cierta la equivalencia entre las palabras “ética” y “moral”, cuando la primera es un estudio sistemático sobre el hecho moral.

Por otra parte, gran cantidad de autores consultados identifican lo moral con las conductas consideradas correctas por la mayoría. Esto, por supuesto, no es más que un juicio positivista, similar a estos otros que asimilan lo moral a aquello que está permitido por la ley positiva o es considerado como bueno por ella.

Algunos negociadores aún desestiman esta posición, pues parten de la nociva idea de que la verdad no existe; que somos nosotros por medio de nuestro discurso los que creamos nuestra propia realidad, y por lo tanto, lo único que se puede predicar de la conducta de una persona es si la misma es coherente o incoherente respecto a su propia visión de la realidad. Desde luego que en este extremo del pensamiento desaparece el sentido mismo de lo moral.

En las antípodas de estas posiciones, reivindico la posibilidad del hombre de aproximarse a la verdad en forma científica, por medio de teorías que gradualmente demuestren ser más y mejor explicativas de la realidad de las cosas; y por otra parte, también reivindico la idea de que existe un Orden Natural, del cual se sigue un Derecho Natural, cuya vigencia se encuentra por sobre el Derecho Positivo.

Sin entrar en demasiadas sutilezas, y volviendo al tema de este artículo, es necesario apuntar aquí que un negociador se deberá enfrentar en el campo de lo moral con diversas actitudes y modos de negociar que responden a una variedad de posturas, que combinadas, complican mucho la posibilidad de dar una respuesta sencilla a la pregunta planteada anteriormente.

En lo personal, la moral de cada negociador proviene de un sistema de valores aprendido y encarnado en su accionar diario. Sus adversarios u otros jugadores, tendrán los propios. Cada uno de estos sistemas de valores dependen de factores culturales: raza o etnia, lengua, religión, sólo por nombrar algunos condicionantes primarios, que se dan en unas coordenadas espacio temporales determinadas.
Por otra parte, ya que Dios creó al Hombre a Su imagen, lo dotó de libertad moral: cada uno de los jugadores en una negociación podrán o no respetar sus propias convicciones morales durante el juego.

Así las cosas, pareciera tarea harto difícil llevar a la práctica una negociación moral. Para contestar la pregunta formulada en el subtítulo, deberemos entonces circunscribir la esfera de lo moral a cada jugador en particular.

No emita juicios de valor durante la negociación.

Esta aseveración proviene del clásico de la negociación cooperativa “Getting to yes”[3] el cual sabiamente acota que en la medida en que usted u otro jugador diga, por ejemplo: “esto es mentira” o “usted está ocultando cosas”, lo único que conseguirá será aumentar el tamaño del conflicto.

Lo correcto sería tratar de correrse de los juicios de valor a los juicios de hecho, en donde sí se pueden demostrar realidades con certeza, agregando un cortés “quizás usted se haya equivocado al afirmar tal cosa, pues si examinamos esta planilla, los números parecen afirmar que…”

No emitimos juicios de valor sino proposiciones fácticas, apoyadas en hechos. Pero entonces cabe preguntarse:

¿Si la frase del subtítulo es cierta, cómo podemos negociar y ser morales al mismo tiempo?

No debemos olvidar que la negociación es un proceso, que como tal, comienza en el momento previo a la misma, o como algunos la llaman “fase de preparación”.

Es allí cuando en primer lugar construyo un Marco de Referencia para mi negociación. Este Marco, incluye una decisión moral que afectará el resto del proceso.

Aún la decisión de jugar un juego cooperativo o uno adversarial conlleva una decisión moral.

Supongamos un caso extremo: usted sabe que el otro jugador en la negociación que está preparando es un “coimero”, es decir que tiende a solucionar sus conflictos ofreciendo dinero ilícito a cambio de favores, o bien espera que usted se lo ofrezca a cambio de otorgarle un contrato en exclusiva.

Es obvio que si su propio código moral excluye la “mordida” o “coima”, deberá prepararse de antemano respecto a cuál será su comportamiento durante la negociación, para dejar de lado esa modalidad.

También deberá decidir –si no es posible dejarla de lado- si continuará usted con el juego o tomará su extralternativa (lo que en el libro mencionado se llama BATNA).

Estas decisiones morales son determinantes en el momento previo o de preparación, pero continúan en las otras fases o momentos del proceso: apertura; medio juego; final; seguimiento.

No es mi objetivo en estas líneas ser autorreferencial; simplemente deseo aclarar que los momentos de la negociación mencionados, así como la terminología que utilizo son en todo coherentes con toda la bibliografía producida anteriormente por mí, y que es fácilmente asequible en Internet, ya que ha sido reproducida innumerables veces con o sin permiso del autor.

En conclusión

A la pregunta de si es posible una conducta moral durante la negociación, es necesario responder que sí lo es, con las salvedades apuntadas más arriba.

Todo acto humano, en cuanto que en el mismo intervienen la inteligencia, la voluntad y la libertad, poseen una dimensión moral, a la que no puede sustraerse la negociación ni como arte ni como ciencia.

Por otra parte, es necesario aclarar también para una Teoría de los actos humanos, que los mismos no se realizan en forma aislada: de la misma manera en que uno va hilando un discurso con juicios que son antecedentes o consecuentes, existe entre los actos humanos una unidad moral, que los transforman en antecedentes y consecuentes uno del otro.

De todo esto se sigue que la responsabilidad moral de un negociador no permanece aislada en cada acto que realiza cada jugador, sino que por el contrario, ella está presente en todo el proceso, para cada uno de los jugadores.

En una negociación determinada, cada jugador puede estar al control de los actos y hechos que produce, y además puede aceptar o rechazar los actos de los otros jugadores o aún, optar por abandonar el juego, es decir, no negociar y tomar su propia extralternativa.

No neguemos más, entonces, que la negociación y la moral corren juntas, y no por carriles separados; paralelas que no se tocan ni en un hipotético infinito, como las vías del ferrocarril.

Karlos Irigaray


[1] Fundamentos de Negociación Lewicki et al ISBN:9786071507532 Editorial: Mcgraw-Hill Publishing Co. 2012 México D.F. México 5ª ed.
[3] Getting to Yes: Negotiating an agreement without giving in. Roger Fisher, William Ury. Editor Random House, 2012. ISBN 1448136091, 9781448136094, 240 páginas

domingo, 28 de junio de 2015

In memoriam; John Forbes Nash Jr. 1928 - 2015











El equilibrio de Nash  o equilibrio del miedo es, en la teoría de los juegos, un “concepto de solución” para juegos con dos o más jugadores, el cual asume que:
  • Cada jugador conoce y ha adoptado su mejor estrategia.
  • Todos conocen las estrategias de los otros.
Consecuentemente, cada jugador individual no gana nada modificando su estrategia mientras los otros mantengan las suyas. Así, cada jugador está ejecutando el mejor "movimiento" posible teniendo en cuenta los movimientos de los demás jugadores.
En otras palabras, un equilibrio de Nash es una situación en la cual todos los jugadores han puesto en práctica, y saben que lo han hecho, una estrategia que maximiza sus ganancias dadas las estrategias de los otros. Consecuentemente, ningún jugador tiene ningún incentivo para modificar individualmente su estrategia.
Es importante tener presente que un equilibrio de Nash no implica que se logre el mejor resultado conjunto para los participantes, sino sólo el mejor resultado para cada uno de ellos considerados individualmente. Es perfectamente posible que el resultado fuera mejor para todos si, de alguna manera, los jugadores cooperaran en su acción.
De allí la importancia de que en una negociación, siempre que sea posible, se pueda hacer comprender a las otras partes que cooperando, es decir jugando un juego ganar-ganar, todos verán mejor satisfechos sus propios intereses, aunque no se queden con todo el valor en juego.

sábado, 7 de febrero de 2015

Reseña del Libro “El Negociador Práctico” del Dr. S.P. Cohen



Me honra con su amistad el Dr. Steven P. Cohen, quien en la segunda mitad del año 2014 tuvo no solo la gentileza de enviarme un ejemplar de su último libro para mi conocimiento, sino que además me ha solicitado le haga llegar mis comentarios del mismo.
La obra, subtitulada “Cómo argumentar tus opiniones, defender tu punto de vista y triunfar en cualquier situación”, está construida sobre la base de las preguntas efectuadas al Dr. Cohen a través de su sitio de Internet por personas de todas partes del mundo, durante un período prolongado de tiempo.
Con paciencia y minuciosidad, el autor las ha ido contestando en un todo coherente, que una vez recopilado y a los fines de hacer más fácil su lectura, los ha dividido en nueve capítulos y un epílogo, este último que se constituye en un broche de oro conceptual.
Académicamente hablando, a primera vista, esta obra pareciera inscribirse como una más de las tantas que aparecen anualmente sobre negociación. Nada más alejado de la verdad.
Para un lector crítico, ni bien comienza la lectura, se hace evidente que el mismo texto escrito, puede admitir diversos abordajes, según la posición relativa del diálogo, la cultura de cada interlocutor, si existe coherencia metodológica en las respuestas consignadas, y por última hipótesis, cuáles hubieran sido las respuestas, de aplicarse otro método de Resolución de Conflictos que no fuera el ganar-ganar.
Comencemos entonces a desgranar algunas consideraciones e interrogantes acerca de estos temas.

1.      La posición relativa en el diálogo.

El Dr. Cohen es un prestigioso catedrático en la Resolución de Conflictos, que reside actualmente en Nueva Inglaterra y posee una conocida posición tomada acerca de cómo negociar con ventaja aplicando el método cooperativo. Sin embargo, las personas que le han ido formulando sus preguntas, tienen un diverso nivel de conocimientos sobre el tema, edades e idiomas diferentes; en fin, culturas diversas. La primera duda que surge de la consideración del contexto será clave para toda lectura posterior de la obra: ¿la naturaleza de los conflictos es universal, a pesar de las diferencias culturales? Familia, negocios, vecinos, compra-ventas, son algunos de los temas que desfilan a través de tantísimas consultas e inquietudes consignadas a lo largo de cada capítulo.
El texto parece sugerir que, a pesar de las diferencias culturales, los problemas humanos son universales. Esto tiene una importante consecuencia: a problemas universales, método y respuestas universales. ¡Albricias! Esto abre camino a la ciencia y desmitifica a la negociación como un mero arte. Obsérvese que digo mero arte, porque para una actividad como la negociación, ubicarla en el terreno del arte es, en la actualidad, menospreciarla y condenarla al terreno borroso donde la certeza queda descartada, donde la cadena de-medios-a-fin (como gustaba decir el lógico Rudolf Carnap 1) no se puede discernir, donde la lógica positiva no existe.
Por supuesto, no tiene este juicio asertivo nada que ver con la definición de arte que planteaba Santo Tomás de Aquino, ni tampoco con la lógica bien llamada Aristotélica Tomista, hoy considerada por algunos como extinta, pero que goza de buena salud en el mundo de la Filosofía. Para los clásicos, el arte consistía en la “recta razón en las cosas que se producen”.

2.      La cultura

Desde luego, el Dr. Cohen no ignora la importancia del hecho cultural en la negociación, antes bien, la supone. Con muy buen sentido, se afirma que aún en una misma comunidad puede haber diversidad cultural, pero que esto no resta eficacia al método ganar-ganar.
En verdad, resulta admirable la coherencia metodológica con que el escritor afronta cada uno de los conflictos y les da respuesta. Para las personas que conocemos a fondo el método cooperativo, resulta realmente notable cómo, a través de la lectura de cada solución, se puede ir -como en un rompecabezas gigante- armando nuevamente toda la estructura lógica del método desarrollado principalmente en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard.
Cuadro de texto: Se repite dos veces los dos puntos (:)Entre los múltiples méritos atribuibles al autor, constituye quizás el mayor la reconstrucción en la práctica de este hermoso edificio académico, que trasluce cada una de sus indicaciones, sin fisuras ni defectos.
El método cooperativo, resulta importante apuntar aquí, presupone una ruta metodológica precisa; trabaja separando a las personas del problema, que es como decir: trato lo emocional y subjetivo de las personas, pero debo llevar al sujeto a pensar racionalmente, pues justamente es la razón la que percibe qué es mejor para que ambas partes ganen cooperando.
¿Pero qué sucede en aquellas culturas donde una emoción primigenia puede cristalizar en un aparentemente frío razonamiento? Por ejemplo, la venganza. La venganza parte del dolor y de la emoción. Hasta puede ser un deseo que se inserte en una visión subjetiva de la realidad. Sin embargo, puede cristalizar en objetivos racionales y en comportamientos altamente racionales. La idea fuerza de no olvidar ni perdonar jamás, que es patrimonio de muchas escalas de valores sociales, puede derivar en conductas totalmente racionales, pero que no resultan precisamente cooperativas con la otra parte en disputa.
Nuevamente, Carnap contestaría que en las cadenas de juicios de-medios-a-fin, forzosamente existe un inicio sin justificación, el cual externamente constituye un primer juicio que se toma como verdadero. Esto suena bastante bien para una lógica positivista, pero aclaro que yo rotundamente me adscribo a una lógica Aristotélica-Tomista. Esto equivale a decir que aquellos juicios iniciales del razonamiento deben partir de ciencias de nivel superior a los juicios que se están enunciando, o encontrar su justificación aún en reglas morales, como podría considerarse en el ejemplo anterior: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”, o “amarás a tu prójimo como a ti mismo”

3.      Las respuestas de otros métodos

El autor se encarga suficientemente en el inicio de su obra de exponer las características del método ganar-perder, así como sus consecuencias. Sin embargo, se da por descontado que sólo existen dos alternativas; competencia o cooperación.
No se encuentra ninguna referencia a la coopetición, método al cual varios académicos argentinos tenemos en cuenta habitualmente (este neologismo ha sido sin duda tomado prestado de otra ciencia que ha acuñado el término).
Es justo advertir al lector que la Argentina, donde resido, es un país tan atípico que de él se podría decir que siempre se destaca por ir a contramano del mundo, y de lo que se podría esperar habitualmente de una Nación con riqueza intelectual y material. Pero la Argentina es una tierra de paradojas constantes.
Es quizás por eso que el método para resolver conflictos más utilizado en la Argentina sea, justamente, la coopetición 2.
¿En qué consiste coopetir? A continuación, sólo expondré mi interpretación de esta metodología, ya que cada colega la compone con diversas variantes.
Coopetir significa, ante todo, asumir que las relaciones conflictivas se desarrollan simultáneamente en dos planos: el estratégico primero, y luego en el plano táctico.
Coopetir es en realidad negociar en forma multiplano: se puede tener un acuerdo de cooperación con la otra parte a nivel estratégico, pues se necesitan mutuamente, pero a nivel táctico se puede llevar adelante una operación de tipo ganar-perder, con diversos objetivos: marcar espacio; hacer conocer a la otra parte que las capacidades disponibles para ejercer poder existen verdaderamente, etc.
Algunos de mis colegas prefieren decir de la negociación coopetitiva, que la misma resulta cooperativa en la etapa de reclamación y de creación de valor, mientras que en la etapa de distribución del valor, es fuertemente competitiva, es decir aplica un comportamiento ganar-perder.

4.      En conclusión

Para aquellos que han seguido estas disquisiciones, ya habrán comprendido que según la presente reseña, esta magnífica obra constituye un disparador de preguntas, y que plantea constantemente interesantes cuestiones, algunas con respuestas, otras sin respuesta aún. El mayor elogio que puedo hacer sobre el tremendo aporte intelectual que provee el Dr. Cohen es el siguiente: el texto produce algo insólito en un libro diseñado bajo la forma  de preguntas y respuestas: hace pensar, y fuertemente.
Lo recomiendo calurosamente a todos aquellos académicos, prácticos profesionales y amateurs de la negociación.

Notas bibliográficas:

Steven P. Cohen, El Negociador Práctico, 2014, Aguilar, México D.F. ISBN 978-607-11-3181-2
1.      Rudolf Carnap, Internet Encyclopedia of Philosophy, on line: http://www.iep.utm.edu/carnap/
2.      Definición de coopetición, Financial Times Lexicon, on line: http://lexicon.ft.com/Term?term=co_opetition