sábado, 31 de agosto de 2013

Tiempos turbulentos; Escenarios cambiantes.


En la Argentina corren tiempos de cambio en lo político.
Luego de las PASO, pareciera que los “relatos” chocan con la realidad.
Este hecho trae a colación dos cuestiones fundamentales, para aquellos que negociamos profesionalmente o aquellos otros cuyas ocupaciones implican también negociar, y que merecen ser comentadas.

Ocupémonos primero de la segunda frase de este artículo.
Quien siga este blog, sabrá que que dicha frase no sólo se aplica -en este caso dramáticamente- al relato construido por el gobierno de turno, sino a una noción más duradera y una mirada más científica en torno a la concepción misma de lo que llamamos realidad.

En efecto, en post anteriores, he abundado sobre la nefasta teoría de la construcción de la realidad por medio del lenguaje, en particular sobre la ontología del lenguaje y sobre otros temas que son tan caros al coaching ontológico.

Quien relea este post: http://goo.gl/NrGsz0, el cual se origina en uno anterior titulado “El coaching ontológico...”, http://goo.gl/0DxGDS y un artículo científico que escribí para una revista con referato: http://goo.gl/h811Ny , podrá ver hasta qué punto vengo objetando -desde un punto de vista estrictamente epistemológico- aquello que se postula respecto de que la realidad es solamente lo que describimos, y desde la Negociación, denunciando las malas prácticas que se derivan de ese relativismo a ultranza que nos viene de Echeverría, Maturana y otros.

En resumen, y en cuanto a esta primera cuestión a comentar, está a la vista en un escenario macroeconómico y político la palmaria demostración acerca de la falacia de la construcción de la realidad por medio de un relato, así como en la época de Néstor, este llevaba hasta el paroxismo la aplicación de la teoría de la agenda setting.

No me canso de repetir que los negociadores debemos tratar al menos con tres juegos de realidades: la que percibimos; la que percibe el otro, y la objetiva, hacia la cual siempre debemos tratar de aproximarnos, aunque no lleguemos a la plena posesión de la verdad.

Ahora corresponde que nos ocupemos de la segunda cuestión, tan concreta como la anterior, y tan fundada en la teoría científica como ella.
Vivimos tiempos de cambio. Los escenarios vernáculos, en forma cada vez más acelerada son, como lo dice el título del post: cambiantes.

La pregunta que debemos hacernos en primer lugar es la siguiente: ¿estos escenarios se corresponden exclusivamente a los protagonistas del “Grand Guignol”i de la política argentina, o bien la comprobación de escenarios cambiantes trasciende lo político, corriendo como un torrente de montaña desde la macroeconomía a la vida de los negocios, profesionales, productores y demás protagonistas de la cadena de valor de la sociedad entera?
¿Es esta una época cambiante para todos los estamentos sociales?
Si la respuesta -como resulta obvio- es “sí”, estamos ante un problema de envergadura mayúscula.

Y es aquí donde se plantea descarnadamente la otra cuestión que deseaba exponer en este post: ¿cómo deben enfrentarse los escenarios cambiantes: con decisiones de índole estratégica o tácticas? ¿Cómo afecta ello las negociaciones de toda índole?

Seguramente habrá partidarios y razones para ambas opciones. Los que se decanten por enfrentar estratégicamente la toma de decisiones en tiempos turbulentosii, podrán aducir -no sin razón- que discernir la estrategia adecuada nos colocará en posición ventajosa cuando la turbulencia pase.

Por supuesto que el inconveniente que salta a la vista consiste en la elección de dicha estrategia, y los riesgos que conlleva equivocarse, pero no es menos cierto que esta opción es la que puede producir mayores resultados.

Se cumple aquí nuevamente el axioma -sagrado para los inversionistas financieros- que riesgo y ganancia van de la mano.

La otra opción, es decir la de generar una serie de operaciones tácticas adaptativas a la marcha de la negociación, puede ser una alternativa de moderación, si verdaderamente se realiza un comportamiento adaptativo continuo. Sin embargo, esta alternativa también entraña un gran riesgo: el de ser percibidos de tal manera como incapaces de saber a dónde vamos, de no tener un plan maestro, o peor aún, de ofrecer una imagen acomodaticia, cuando no contradictoria.

Esta opción, muy cercana al comportamiento reactivo, es quizás la imagen que está consiguiendo el poder político frente a los electores.

En una negociación, no hay electores que seducir. Normalmente encontraremos personas acostumbradas a negociar, que si bien son influidas por el Dominio emocional, también toman en cuenta seriamente la racionalidad del Dominio que debe predominar en todo conflicto: la ley del costo-beneficio.
La seducción no es negociación, aunque a veces se ejerza simultáneamente con ella para resolver conflictos.

¿Existe una receta para negociar en tiempos turbulentos?
Considero que el comportamiento más acertado consiste en trabajar mucho en en la preparación de la negociación, lo que yo llamo momento previo. Allí se podrá discernir el plano estratégico sin “comprarse” una estrategia de por vida. Y al mismo tiempo ejecutar operaciones tácticas alineadas a dicha estrategia -la buena práctica así lo predica- pero sin dejar de lado un cierto comportamiento adaptativo, que nos aleje tanto del dogmatismo estratégico como del comportamiento meramente reactivo.

Por último, es necesario considerar seriamente cómo encara nuestro o nuestros oponentes la misma cuestión.
Verdaderamente, corren tiempos turbulentos para negociar.

iEn 1897, Oscar Metenier fundó el denominado Teatro del Grand Guignol, en la Rue Chapetal de París, convirtiendo un antiguo convento del siglo XVIII en el macabro teatro en el que , siguiendo de manera retorcida y extrema el naturalismo de Emil Zola y doctrinas como Teatro Libre, de André Antoine, se representaban hasta ocho cortas escenas llenas de visceralidad, violencia y sadismo extremo, buscando, en palabras de su creador “sacudir los corazones”, los corazones de quienes allí acudían: nobles, caballeros adinerados, damas de desahogada posición social, que cada noche se congregaban allí, como en cualquier otro ritual, buscando emociones que les separasen de su vida cotidiana.
iiDrucker, Peter Managing in turbulent times ISBN- 978 0 7506 1703 1