viernes, 6 de noviembre de 2009

Los fabricantes de Conflictos

Los Fabricantes de Conflictos
Los negociadores profesionales nos caracterizamos por resolver conflictos. Esta no es sólo una acción que abarque un aspecto del quehacer humano, como por ejemplo el del mundo corporativo, sino toda actividad dentro de una sociedad o una cultura, que involucre decisiones y acciones.
En otros términos, negociar no es solamente una función útil o lucrativa, sino que intrínsecamente ella es capaz de agregar valor a una sociedad, haciéndola mejor.
Las comunidades que aprenden a dialogar y a negociar saben que sus ciudadanos tienen derecho a pensar distinto los unos de los otros, pero que partiendo de diversos puntos de vista se pueden alcanzar acuerdos. Estos acuerdos –pequeños o grandes, no importa- a su vez, significan un aporte a la paz comunitaria.
Es por eso que aquellos que, además de negociar profesionalmente también enseñamos a negociar, sentimos que trabajamos con un sentido profundo: trabajamos por la paz. Apostamos a la convivencia, a la concordia. No a los palazos, a la muerte, a la discordia.
Sin embargo, en el mundo globalizado, y especialmente entre nosotros, coexisten personas y grupos de interés que favorecen la discordia, que crean o “fabrican” conflictos con claros objetivos no precisamente altruistas.
Entre aquellos que fabrican conflictos, se pueden distinguir al menos tres categorías.
La primera es aquella a la que pertenecen personas o grupos que naturalmente producen conflictos por algunas de estas razones:
·         Crónicamente, sufren de una falta de capacidad de pensar de modo positivo acerca del tema en disputa y de los otros en la misma;
·         Siempre buscan culpables externos, antes de aceptar la responsabilidad propia o compartida en generar el conflicto;
·         Adolecen de una visión distorsionada, de tipo túnel, lo que lleva a considerar sólo opciones restringidas por prejuicios;
·         Evalúan erróneamente las motivaciones atribuidas para la acción de los otros, siempre negativamente.
Podría decirse de ellos que son conflictivos “naturales”, en el sentido que gran parte de la humanidad se comporta frecuentemente de esta manera en forma espontánea, y sin una motivación ulterior para que aparezca el conflicto. Ellos ven al conflicto como un mal que desearían evitar, pero que acaece porque “los otros” no ven la realidad. Para ellos, son los demás los culpables y responsables de que se genere la discordia.
Por cierto, es oportuno aquí, entre las innúmeras definiciones acerca del conflicto, agregar una acertadamente completa, que es la que se reproduce a continuación:
“Una situación de corto o largo plazo generada entre personas que son interdependientes para el trabajo o la coexistencia, donde una o ambos sienten frustración de sus necesidades, experimentan enojo, se culpan recíprocamente y desarrollan conductas que causan daños físicos, psíquicos o ambientales recíprocos”[i]
Como se verá, los negociadores deberíamos tratar solamente con este primer grupo de conflictivos naturales, y ya con esto tener suficiente trabajo para el resto de nuestras vidas profesionalmente útiles.
Sin embargo, existen dos grupos más, que literalmente se ocupan de “fabricar” conflictos por el conflicto mismo, lógicamente para obtener fines ulteriores.
El primero de la segunda categoría, es el de los llamados “ideólogos”: herederos de la evolución de la praxis y la lógica marxista, desde Antonio Gramsci[ii] hacia adelante, sus conceptos de lucha, hegemonía, estructura y superestructura son superadores del marxismo clásico.
Ellos buscan producir conflictos con fines políticos definidos. En Europa, el añoso conflicto en Irlanda tanto como en el país Vasco son ejemplos exitosos de operaciones mantenidas en el tiempo, que conllevan una logística que va desde la preparación de los líderes hasta  la provisión de armamentos y explosivos.
Básicamente, la fabricación del conflicto necesita como punto de partida una situación previa, un reclamo étnico o histórico, una división religiosa o cualquier otro motivo que sirva para partir a una sociedad en dos, hasta lo más profundo. Cualquier situación previa potencialmente poderosa para generar el conflicto y desarrollarlo es aceptable. Las mejores (como en Irlanda) mezclan varias razones: dominación política por parte de los ingleses con una división religiosa en cada bando.
Estos Fabricantes de Conflictos no han sido siempre exitosos en sus intentos: baste ver el fracaso estrepitoso de reproducir la situación vasca en la Bretaña francesa, o en la Provenza.
Quizás lo más cínico del Fabricante de Conflictos es que básicamente no le interesa por qué se pelea la gente, sino lograr que lo hagan, aún en nombre de la religión. Cual mercaderes de armas, a quienes lo único que les interesa al fomentar una revolución es cuánto van a vender, a estos Fabricantes de Conflictos les interesa derribar estructuras y hegemonías, para poder luego imponer las propias.
Es  por eso que da mucha pena que al grito de ¡askatasuna! (Libertad en idioma euskera), en realidad se esté intentando imponer una nueva hegemonía de tipo marxista, totalmente ajena a las raíces y sentir del pueblo en Euskal Herría[iii].
Los Fabricantes de Conflictos también operan en toda América Latina, por supuesto. El surgimiento de los llamados Movimientos de los “Sin Tierra”, así como el de los “Pueblos Originarios”, las asociaciones de reivindicación de gays y lesbianas, no son más que algunas muestras de esta estrategia. A veces, los conflictos llevan a la violencia directa; otras, a la transformación de las estructuras vía jurídica, manifestaciones pseudo pacíficas, agendas en medios de comunicación masiva. En fin, todo vale.
En la Argentina, los Fabricantes de Conflictos están  muy activos, dado que muchas veces, encaramados en puestos de la administración, cuentan con los medios del Estado para favorecer sus propósitos.
Un caso interesante en curso es el de la llamada “cuestión mapuche”[iv]. Estos se encuentran  favorecidos hasta por Bancos de Fomento y –según fuentes chilenas- son poseedores de armamento en forma ilegal[v], poseen más de 10.000 hectáreas en territorio argentino y han tomado estancias e iglesias, mientras que otros compatriotas aborígenes mueren literalmente de hambre en el norte argentino.
No es el propósito de esta nota abordar en profundidad la realidad ni los problemas de los aborígenes, basta simplemente aquí con explicitar lo paradójico que resulta ver a un supuesto perteneciente a una etnia “originaria”[vi] reivindicar su propia cultura en términos de pensamiento y categorías europeos, como son los mencionados precedentemente como neo marxistas.
El segundo grupo de los Fabricantes de Conflictos activos en la Argentina operan en forma similar a los descriptos precedentemente: modus operandi, logística, formación de líderes, pero se distinguen de aquellos otros en cuanto a su objetivo final.
Mientras que los Fabricantes de Conflictos “ideólogos” tienen su motivación fundamental en implantar un nuevo orden hegemónico en el cual los intelectuales –según Gramsci- jugarían un papel fundamental, estos otros, a quienes podríamos llamar “crematísticos”[vii], utilizan los mismos métodos, estrategias y operaciones tácticas para hacerse del Poder, que fatalmente deviene en acumulación de riquezas, la cual incrementa aún más su poder, en el comienzo de un círculo ciertamente vicioso del cual no se puede prever de qué forma ni cuándo finaliza.
Resulta especialmente aborrecible y desagradable para un trabajador por la paz, esta última categoría. También lo debería ser para el ciudadano común, que alertado sobre esta operatoria debería oponerse con todas sus fuerzas y medios a su alcance: opinar privada y públicamente al respecto, ejercer su derecho en los medios de comunicación masiva, manifestarse, comunicarse con sus representantes, es decir con el Poder Legislativo, peticionar, iniciar acciones judiciales en los casos que corresponda, y sobre todo ejercer su derecho al voto con la mayor conciencia y sabiduría.
Esteban Echeverría escribió en 1837:
Nosotros nos perdimos, porque gritamos libertad, libertad y no fuimos hermanos: la desunión inutilizó todos nuestros sacrificios.
Los egoístas ambiciosos la atizaron para recoger el fruto de nuestro sudor, y la patria agoniza en sus impuras manos.
Los esclavos, o los hombres sometidos al poder absoluto, no tienen patria; porque la patria no se vincula en la tierra natal, sino en el libre ejercicio y pleno goce de los derechos de ciudadanos.
Vosotros no tenéis patria; sólo el ciudadano tiene patria: la ley se la da, y la tiranía se la quita”.



[i] Nora Femenia, Ph.D, en Una Teoría posmoderna de los conflictos sociales (en línea)  disponible en: http://www.mediate.com/articles/teoria_postmoderna.cfm
[ii] Nació en Cerdeña el 22 de enero de 1891 y falleció en Roma, el 27 de abril de 1937. Fue un político, pedagogo, filósofo y teórico marxista italiano. Curiosamente el fundador del Partido Comunista italiano, antes de morir volvió a la fe de su infancia y falleció habiendo tomado los sacramentos de la Santa Religión.
[iii] Según la Sociedad de Estudios Vascos: “un espacio o región cultural europea, situado a ambos lados de los Pirineos y que comprende territorios de los estados español y francés
[iv] Al respecto, veáse la reveladora nota de Hanglin, Rolando Ahora sí, la solución mapuche (en línea) disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1194886
[v] Periódico “El Mercurio” de Chile, 29 de agosto de 2009. Disponible en: http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id={f2e81f77-d3f8-4ffa-8848-df7a58c0c885}
[vi] Según la teoría más conocida y aceptada sobre la llegada del hombre a América, los indígenas americanos descienden de grupos de cazadores recolectores de origen asiático que migraron a América por el Estrecho de Bering durante la última glaciación Würm. El paleontólogo argentino Florentino Ameghino formuló la teoría de que el hombre era originario de América, pero esta fue refutada en 1910 por el estadounidense de origen checo Ales Hrdlicka durante un Congreso en la Ciudad de Buenos Aires. (N. del A.)
[vii] Diccionario de la Real Academia Española: “Interés pecuniario de un negocio”.


sábado, 13 de junio de 2009

La improvisación argentina

La improvisación en la resolución de conflictos


Como lo expresara en un artículo anterior, adonde anticipara los 7 pecados capitales del negociador argentino, el primer de ellos es la improvisación

Los argentinos tenemos una expresión para denominar esta conducta: “lo atamos con alambre”.


Muchas veces tenemos la impresión de que todo en nuestro país se encuentra en ese estado: arreglado sobre la marcha y en forma provisoria.


Sin embargo, sería necesario distinguir entre aquellos arreglos efectuados “con alambre” en razón de que no se dispone de lo necesario y adecuado para ello, y aquellos otros realizados porque ya se ha hecho una costumbre de lo provisorio o de la improvisación.


Esto último demuestra una conducta que podemos denominar reactiva, pues la misma obedece a una pereza intrínseca de quien la ejerce, cuando no a una ignorancia que nada puede vencer, pues surge del convencimiento de ser capaz de hacer frente a cualquier contingencia que se presente, sin preparación previa, por el sólo hecho de ser él (o ella) quien es.


La conducta reactiva, por oposición a la proactiva, constituye la antítesis de la conducta de un negociador profesional.


A mayor profesionalidad del negociador, mayor preparación previa.


Proactividad es un término acuñado por Victor Frankl, un neurólogo y psiquiatra austriaco en su libro Man's Search for Meaning (El hombre en busca de sentido, 1946).


Años después el término se popularizaría gracias al best-seller “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” del autor Stephen R. Covey.


Proactividad es una actitud en la que el sujeto asume el pleno control de su conducta vital de modo activo, lo que implica la toma de la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las circunstancias de la vida.


Complementando estos conceptos, se tornan de suma utilidad aquellas actividades extraídas de la propia Administración de Conflictos.


Ella supone algunas funciones básicas mencionadas por uno de los padres de la Administración moderna, Henri Fayol:


Planeamiento, Coordinación, Ejecución y Control.


A su vez, estas funciones necesitan de un ejercicio de preparación basado en operaciones que comienzan desde el momento previo a toda negociación:


1.

Antes que todo: ¿Mi relación con la(s) otra (s) parte(s): es duradera o fugaz? De esta inocente pregunta debe surgir la determinación de una estrategia a seguir, y también las operaciones tácticas que la acompañen. No importa si la relación con la otra parte es de mi agrado o no. Lo que verdaderamente importa es si realmente deberé mantener esa relación en el tiempo. Bien dice el destacado autor de negociación Roger Fisher: “no hay relaciones buenas o malas, sino relaciones que funcionan y relaciones que no funcionan”.


2.

La construcción de un Marco de Referencia. El MR me permitirá tomar decisiones sabiendo adónde realmente estoy parado. La construcción de un MR comienza por la colecta de información, su clasificación y la realización de la inteligencia de la misma, es decir encontrar los nexos lógicos entre piezas separadas de información. La construcción de un excelente MR es lo que me permite tomar buenas decisiones en el plano estratégico y táctico, es decir, en el corto, mediano y largo plazo.


3.

La determinación de mis intereses prioritarios y la detección, en la medida de lo posible, de los intereses de las otras partes. Esto me permitirá confeccionar una tabla de concesiones, es decir un listado de aquellas cosas que estoy dispuesto a conceder sabiendo que al otro le interesa obtenerlas, pero que de mi parte “no me duele demasiado el bolsillo” concederlas.


4.

Por último, el idear “un plan B”, lo que equivale a contestar una pregunta clave:

¿qué haré si no llego a un acuerdo? Paradójicamente, cuanto más fácilmente pueda levantarme de una mesa de negociación, mayor poder podré ejercer en la misma.


Como se puede apreciar recorriendo esta sencilla lista, ser proactivo en un conflicto comienza por el análisis y el planeamiento. Aplique el lector estos conceptos a la realidad cotidiana, y podrá echar una ojeada a la Argentina real.


La proactividad también deberá ser expresada y reforzada mediante la coherencia entre lo planeado y lo ejecutado. La corrección de aquellas conductas que resulten erróneas, por último, vendrán de la mano del control, último eslabón de una cadena que se retro-alimenta a sí misma.


La construcción de la previsibilidad


Aquellos que son coherentes entre lo planeado y lo ejecutado, resultan ser naciones, gobiernos, gerencias, e individuos a quienes les cabe el adjetivo de previsibles.


¿Significará una debilidad el hecho de que una nación sea previsible? ¿Resulta débil un gobierno o, lo que es lo mismo, un gerente previsible?

Todo lo contrario. Las naciones más desarrolladas del planeta, y las más poderosas, son las más previsibles, pues tienen fijadas sus estrategias a un largo plazo.

Ellas tienen planes, metas, objetivos. En otras palabras, saben muy bien qué quieren ser en el contexto de las naciones, y qué no quieren ser.


La Argentina, nuestra Argentina, es considerada en el concierto internacional, como una nación imprevisible, poco segura, errática, cuando no hasta caprichosa.


Nos duela o no, esta imagen de país ha sido reforzada por sucesivos gobiernos, y también, porqué no, por empresarios corto placistas, ambiciosos del negocio de hoy e ignorantes en su renuncia de un futuro de prosperidad seria y continuada.


En la era “K”, la conducta reactiva ha sido llevada a alturas nunca vistas. Dando vuelta el argumento lógico anterior, se descubrirá que el gobierno de Cristina Kirchner es por ese motivo el más débil de todos, pues nada es planeado de antemano, ni tampoco sigue una idea rectora, a menos que se considere como tal la determinación de derribar las instituciones que dieron forma a nuestro estilo de vida: Iglesia, Fuerzas Armadas, Universidad, Intelectuales Independientes, Familia y preservación de la Vida, Educación y Salud para todos los ciudadanos, Trabajo esforzado, Tierra arada.


El rey desnudo


Es por ello que no hace falta más que leer algunos periódicos del mundo para advertir esta debilidad: la Argentina ni siquiera debería figurar en el G20, se “atrevieron” a publicar influyentes medios.


De hecho, en la “foto de familia” de todos los mandatarios, casi no aparecimos, por supuesto, por una imprevisible demora.


Claro, para algunos, las declaraciones de los medios no serán nada más que otra prueba de la “conspiración” que siempre existió contra nuestro país, y que ahora se hace más rigurosa con el modelo “K”.


Resulta una paradoja que la imagen interna del gobierno “K” sea para muchos argentinos, una imagen fuerte y no débil.


Esta confusión es muy frecuente en las negociaciones, cuando uno es parte y no observador o facilitador.


Cuanto más cerca se esté del conflicto, más difícil se tornará objetivizar el mismo. Quizás por ese motivo, William Ury, uno de los más destacados negociadores de la Universidad de Harvard, recomienda “subirse al balcón”, y contemplar desde esa altura al conflicto y sus actores, percibiendo con serenidad y sentido común lo que acontece y cuáles son los reales intereses de cada uno.


Un balcón que por cierto, en la metáfora, no se asemeja en nada al histórico de Evita o al de Perón.

jueves, 1 de enero de 2009

El Don del Diálogo


Deseos para el 2009

El diálogo, del griego (diá, a través) y (logos), palabra, es una modalidad del discurso oral y escrito en la que se comunican entre sí dos o más personas con el objeto de intercambiar información.


Existe otra definición más restringida de “diálogo”, en la cual su propósito se establece como la búsqueda de la verdad por parte de los interlocutores.


Hoy la palabra «diálogo» se ha puesto de moda, y se la emplea para designar los más diversos tipos de conversación, aunque no siempre aparezcan suficientemente en ella los criterios de apertura, atención a las ideas del interlocutor y disposición a modificar los propios puntos de vista. Sin embargo, estos criterios deberían presidir todas las conversaciones.

Un buen diálogo debería cumplir al menos los siguientes requisitos:

l Respetar al que habla.

l Hablar en tono adecuado.

l No hablar todos a la vez.

l Saber escuchar antes de responder.

l Pensar en lo que dicen los demás.

l Admitir las opiniones de los demás.

l No fingir que se escucha pero en realidad estar pensando en cómo rebatir al interlocutor.

Es por eso que un buen dialogante no sólo se expresa bien, sino que ejerce el arte de la escuchatoria o escucha activa.[1]


El gran enemigo del diálogo y de toda búsqueda abierta es la «voluntad de poder». Tendencia al poder y diálogo se excluyen mutuamente: esto no significa incondicionalmente una negativa radical frente a todo poder, sino más bien el requerimiento de que todo poder y autoridad tengan estructura dialogante.

Cuando uno contempla nuestra realidad como Nación, y escucha los reiterados llamados al diálogo realizados por diversos estamentos de la sociedad, no puede menos que preguntarse: ¿Qué sucede en la Argentina? ¿Es que nos hemos vuelto sordos repentinamente?

La realidad es muy otra: cuando los políticos llaman al diálogo (suponiendo su sinceridad), no dicen lo mismo que los hombres de campo, la Iglesia Católica, los empresarios o los profesionales de la Filosofía ni tampoco los de la Negociación.

Todos utilizan la misma palabra en sentidos diferentes, y de allí los equívocos.

Veamos algunos ejemplos:

l Políticos: el diálogo para ellos es más un sinónimo de persuasión que de intercambio de ideas o búsqueda de la verdad.

l Los hombres de campo: el diálogo con las autoridades significa para ellos que quienes mandan comprendan que el campo se muere. Punto.

l La Iglesia Católica: cuando reclama mayor diálogo con los legisladores y el gobierno, como por ejemplo en el tema de la despenalización de la droga, “diálogo” significa iluminar las realidades temporales con la luz de la Revelación, lo cual estaría muy bien si el gobierno al menos fuera cristiano. De otro modo, reclamar un diálogo con la dirigencia actual puede ser para algunos prelados “intelectuales” muy evangélico, pero totalmente inútil en la práctica.

l Cuando la Iglesia convoca a los líderes de otras comunidades religiosas, a realizar un “diálogo ecuménico o interreligioso”, no está implicando la búsqueda de la Verdad.[2] Simplemente, con muy buena voluntad, están conociéndose teológicamente en forma mutua y buscando coincidencias entre cada fe.

l Los marxistas: para el marxista ortodoxo, el diálogo se transforma en dialéctica. El carácter de lucha y oposición de contrarios es, para el materialismo dialéctico, según Engels, universal. Sin embargo para los seguidores de Antonio Gramsci, más sutil y destructivo que el marxista ortodoxo, el diálogo es un instrumento de penetración y transformación de paradigmas desde adentro[3].


Luego de estos ejemplos, llegamos así al diálogo que caracteriza a la Negociación como transdisciplina.

1. El diálogo de los negociadores no busca la verdad. Dentro del Dominio de lo psicológico o Relacional, busca comprender cómo percibe la realidad el otro, cuáles son las emociones que esta realidad le suscita, cuáles son sus prejuicios y valores, y cómo se comunica con los demás. Parte de la base de que cada ser humano es único e irrepetible, pero que todos somos iguales en dignidad.

2. Desde el Dominio de lo Racional o del costo-beneficio, el diálogo negociador busca descubrir intereses para satisfacerlos en forma mutua. Busca que todos ganen en la satisfacción de los mismos, pues se preocupa por preservar la relación con la otra parte en el mediano o largo plazo.

3. Se puede decir que el diálogo negociador encuentra y explicita puntos de vista diferentes, para acercar posiciones y llegar a un acuerdo[4].

4. El diálogo negociador no implica el valor justicia, tan sólo equidad en el trato.

Como negociador profesional, es mi deseo para el año 2009 que la sociedad encuentre en este tipo de diálogo, a disposición y alcance de todos los ciudadanos, una herramienta para solucionar los conflictos que nos aquejan y de este modo, contribuir al engrandecimiento de la Patria, sin tener que recurrir -una vez más- a la violencia.



[1] “El libro de las habilidades de comunicación: Cómo mejorar la comunicación personal” Capítulo 7

Carlos J Van-der Hofstadt Román, Ediciones Díaz de Santos, 2005

ISBN 8479786906, 9788479786908

[2] Para Santo Tomás, en la Summa Teologicae “creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia” Es decir, por definición, la fe es de naturaleza irracional e indemostrable; una gracia de Dios.

[3] El significado gramsciano de la dialéctica "real" se hace más claro en relación con el concepto de revolución pasiva. Esta es en una primera aproximación: "transformismo", o sea "la absorción gradual […] de los elementos activos surgidos de los grupos aliados e incluso de los adversarios" (T 5:387 C)

[4] Acordar. Diccionario de la Real Academia Española, DRAE: Determinar o resolver de común acuerdo (Del lat. *accordāre, de cor, cordis, corazón).