sábado, 14 de mayo de 2011

¿El fin de la coopetición?


La coopetición enseña a competir sin destruir el pastel y a cooperar sin que se coman tu parte.
Desde hace dos meses con particular intensidad, las demandas sindicales, las pujas por dinero y la ambición política se combinan en una alquimia explosiva. En todos los casos, particularidades al margen, lo que está en juego es el poder en su expresión más cruda. El que Néstor Kirchner necesitó construir cuando asumió la presidencia hace casi ocho años, el que Moyano acumuló desde entonces y el que el oficialismo pretende retener hasta 2015.
Cuando faltan cinco meses para las elecciones, y más allá de que las encuestas le auguren una victoria contundente, Cristina Kirchner parece haber entendido cabalmente aquello de que Moyano es "piantavotos". También parece haber caído en la cuenta de que el 11 de diciembre el jefe de la CGT seguirá estando donde hoy está y que tendrá que seguir lidiando con él si gobierna la Argentina por cuatro años más. "Nadie se suicida y menos la jefa", dijo Julio Piumato pocas horas después de la última ráfaga de ira presidencial. Síntesis perfecta. Peronismo. También poder (del que se tiene y ejerce con plena consciencia) en estado puro.” (nota de Lucrecia Bullrich en La Nación:

Lo que muchos analistas olvidan es que en negociación, así como en la guerra, el poder no se tiene, sino que se ejerce, constituyendo una dinámica que acrece o decrece por instantes.

Y que este ejercicio se consigue mediante el uso de las “capacidades”, para continuar la analogía militar, o bien con distintas palabras, lo que algunos autores de negociación describen como “fuentes del poder”.

Sería hora que el periodismo intentara hacer un recuento , aún parcial, de las capacidades con que cuenta CFK y Moyano, para darse cuenta que si bien algunas son exclusivas de uno u otro de ellos, jugándole en contra a su antagonista (como el famoso tema de la inpunidad legal ya comentado en el anterior post), otras capacidades son absolutamente compartidas entre ambos.

De todo esto se concluye que, a menos que uno de los dos tenga la suficiente habilidad para tornar estas capacidades como exclusivas, tenemos coopetición para rato.