miércoles, 13 de febrero de 2013

La Década perdida de la Negociación


La Década perdida de la Negociación en la Argentina

Luego de diversos interinatos producto de las crisis anteriores, la era Kirchner ha significado para nuestro país una anulación del valor de la negociación como instrumento de progreso social y desarrollo de los pueblos.
En la perspectiva social, se ha ido perfilando la inutilidad de negociar con un gobierno que impúdicamente -en términos evidentemente no republicanos- ha dicho: vamos por todo.
No es el objetivo de estas líneas trazar un panorama del retroceso argentino frente a otros países, antaño muy a la saga del nuestro. Para ello me remito al excelente artículo de Fernando Iglesias llamado El Apocalipsis frío
Tampoco es el de asignar responsabilidades, pues al ejemplo del autoritarismo del gobierno, toda la sociedad dejó de percibir a la negociación como un valioso y rico instrumento, propio de naciones desarrolladas, aquellas con un tejido social intermedio capaz del diálogo franco, y una resolución alternativa de disputas que no sea sustituida fatalmente por la violencia (sea esta física, moral o de cualquier otra índole) o el premeditado, frío y sádico juego de tapar un conflicto con otro, las más de las veces mayor que el anterior.
Ante este panorama, y como hongos venenosos plantados por la misma ideología surgieron:

La valorización de la creación de la realidad por el discurso.

Ya en un post anterior (agosto de 2011) alerté sobre este fenómeno, que anula toda posibilidad de referencia a una realidad pasible de ser estudiada en forma racional, y de dar paso a una lógica sólida y constructiva. A contrario sensu, el conocimiento es para esta teoría, en cada circunstancia, una actividad autorreferencial. Esto implica que, el conocimiento refleja las estructuras del propio organismo que está conociendo, antes que la estructura de la realidad externa o en sí misma.


Diferentes teorías; como el constructivismo radical, la sinergética, la autopoiesis, la auto referencialidad -todas las cuales trabajan con la noción de auto organización- apoyan esta hipótesis. De estas teorías se infiere, precisamente, que es en el dominio de las explicaciones, en el que surgen los
conflictos acerca de las consideraciones sobre la realidad y la verdad, o mejor
dicho, sobre las realidades y las pretendidas verdades. Las explicaciones se mantienen en el contexto de la praxis de vivir del observador y se constituyen también en definiciones, que nada más son reflexiones del observador formuladas a través del lenguaje, ya que los seres humanos
acontecemos en el
lenguaje. En este sentido, como señala Humberto Maturana, la realidad no es una experiencia, sino un argumento dentro de la explicación (Maturana, 1996).
De lo que se desprende que: las diferentes realidades vividas por cada uno de los observadores dependen de la línea explicativa -la expresión de la coherencia operacional humana dentro del lenguaje- que adoptemos.
Esta teoría, además de ser falsa desde el inicio -pues comienza, en forma paradójica, con un juicio universal y válido para todas las personas- torna imposible ponerse de acuerdo entre partes ante una diferencia, por medio de la negociación.
En efecto, ¿qué realidad o criterio objetivo podré utilizar si la realidad objetiva no existe?


Otro hongo venenoso para la sociedad fue implantado:
El lenguaje es generativo
El lenguaje no sólo nos permite hablar "sobre" las cosas: hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, es generativo: crea realidades. El filósofo norteamericano John Searle sostuvo que, sin importar el idioma que hablemos, siempre ejecutamos el mismo número restringido de actos lingüísticos: los seres humanos, al hablar, hacemos declaraciones, afirmaciones, promesas, pedidos, ofertas. Estas acciones son universales. No sólo actuamos de acuerdo con cómo somos, también somos según actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo con lo que hace.

Los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él. 
 
Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. Cuando hablamos modelamos el futuro. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Pero además de intervenir en la creación de futuro, los seres humanos modelamos nuestra identidad y la del mundo que vivimos a través del lenguaje.
Estamos al borde de la justificación de la mentira más atroz: aquella dicha en nombre de la ciencia.
Por otra parte, nos encontramos transitando el estrecho sendero de la soberbia humana: ¿porqué no hacer de mi idea del mundo -del modelo- el paradigma que todos deben aceptar? La tentación totalitaria se halla muy cercana y en modo superlativo.
Quizás por ello, el más conocido (y perverso) accionar de la era Kirchner está relacionado con:

El Establecimiento de una agenda para el público:

La teoría del establecimiento periodístico de temas de discusión, también conocido por el anglicismo: teoría de la agenda-setting, postula que los medios de comunicación de masas tienen una gran influencia sobre el público al determinar qué historias poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da. 
El punto central de esta teoría es la capacidad de los mass-media para graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada conciencia sobre la noticia. 
Del mismo modo, deciden qué temas excluir de la agenda. Más claramente, la teoría del "establecimiento de la agenda" dice que la agenda mediática, conformada por las noticias que difunden los medios informativos cotidianamente y a las que confieren mayor o menor relevancia, influye en la agenda del público. 
Esta teoría, estudia el impacto de la prensa (impresa, electrónica) y la información que ésta maneja en el público, además del análisis de las audiencias. Su principal preocupación es analizar cómo la información de los medios masivos (agenda) influye en la opinión pública, y las imágenes que albergamos en nuestras mentes como espectadores o lectores de esas noticias.

Para la agenda setting la prensa es mucho más que un simple proveedor de información y opinión, lo que ocurre en el estado, en el país y en el mundo aparece diferente para distintas personas, no sólo por su ideología e intereses individuales, sino también por el mapa informativo que trazan los reporteros, editores y articulistas de los medios a través de los cuales se informan.

De allí la obsesión del “modelo” de acaparar medios y la épica en la “conquista” de la oposición de los conglomerados que no cooperan.
Allí vale todo: desde Secretarios de Estado con guantes de box hasta pseudo intervenciones apoyadas por fuerzas de seguridad.

Los sustitutos de la negociación

En esta década perdida tanto para la práctica como para el estudio de la negociación, y ante tal panorama, esta ha sido mediocremente sustituida por otras metodologías, algunas de los cuales ya han sido mencionadas.
Tal es la intimidación constante, la generación de nuevos conflictos, los escraches, la violencia, el falso discurso, la política de la zanahoria y el garrote.

Ya en el ámbito de lo privado, también han surgido como alternativas de sustitución de la negociación, otras ideas susceptibles de ser “vendidas” con éxito a las corporaciones, en formato de cursos de capacitación, talleres, grupos de reflexión.
Me refiero a las nuevas técnicas de liderazgo y de superación personal basadas en el descubrimiento de “personas tóxicas” , la meditación y respiración de Ravi Shankar, el “coaching ontológico” y tantas otras que pululan en las estanterías de la sección de negocios de las librerías, así como en la oferta innumerable, barata e inservible de capacitación que pretende ocupar el lugar de la Negociación en estos tiempos oscuros.


Todo lo Oculto saldrá a la luz

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” (ISAÍAS 5:20.)

Estamos ya avizorando las primicias del fin de esta era de arbitrariedades cada vez más evidentes.
Aunque se tome su tiempo, la naturaleza de las cosas se impondrá siempre a cualquier discurso, declaración o medida arbitraria.
La era Kirchner llegará a su fin, con seguridad, lamentablemente y con mayor dolor para todos los argentinos, que los ya sufridos en otros desatinados y corruptos proyectos políticos que forman parte de nuestra historia.
En este “Apocalipsis frío”, los conflictos tenderán a aumentar, y llegará un momento en que la dinámica del poder no podrá ser ejercida como hasta ahora para suprimirlos por decreto, ni darán resultado argucias antes imbatibles.
Diría que vivimos un tiempo en el que, silenciosamente, comienzan a resurgir viejos conflictos y donde aparecerán otros nuevos, no pasibles de ser solucionados precisamente idealizando si el discurso crea realidades.
Se aproxima nuevamente la hora de la negociación, y quiera Dios que sea sin previa y excesiva violencia.
Se aproxima la hora en que los argentinos deberemos aprender de una buena vez que “sólo los pueblos educados son libres” (Onésimo Leguizamón) y que parte de una educación basada en valores comienza con el respeto al otro, en la posibilidad de dialogar a pesar de las diferencias, y de intercambiar prestaciones para la satisfacción de intereses legítimos de cada sector de la sociedad.
Se aproxima la hora de recuperar el tiempo perdido: para la Argentina toda y también para nuestra disciplina, la negociación.
La negociación es en realidad una transdisciplina; el negociador un interlocutor de culturas.
Esto supone conocimientos integrados, práctica, mucha práctica, manejar diversos códigos, pero por sobre todo algo que pueda ser utilizado como punto de partida por cada negociador: el conocimiento de la propia identidad como persona y como argentino.

Febrero de 2013